jueves, 25 de octubre de 2012

Todos somos iguales



Siempre he creído que todos somos iguales, seres humanos en proceso de volvernos personas. Pero es cierto que cuando ponemos el acento en nuestras diferencias aparecen algunos obstáculos y la comunicación corre riesgo de terminar en desencuentros.

Claro que hay grandes diferencias entre nosotros: el bagaje cultural, el estilo de vida, las discrepancias en nuestra fe y hasta el color de nuestra piel.

Y sin embargo... tenemos básicamente la misma estructura física, la misma naturaleza emocional y, en gran medida (sin despreciar algunos matices), más o menos la misma historia biográfica.

En suma, nos pasan, nos han pasado y nos seguirán pasando a "todos" las mismas cosas, que por otra parte, son las mismas que les han pasado a nuestros abuelos y a los abuelos de nuestros abuelos por los tiempos de los tiempos.

Posiblemente por eso, cada vez que conozco a alguien, tengo la sensación de que me encuentro con alguien como yo, y este pensamiento a operado como un gran asistente en mi vida, porque es más fácil empezar a comunicarse cuando el otro es un semejante.

Por supuesto, repito, "somos diferentes", pero estas diferencias NO nos separan.

Y no solo no lo hacen, sino que validan el sentido del encuentro y alientan nuestro crecimiento por vía del aprendizaje, dado que solo se aprende de lo diferente.
Con alguien que solo sepa lo que yo se y con quien se acuerde de cada detalle, podre comunicarme fácilmente, compartir ideas y experiencias, pero poco y nada podre aprender en esa relación.

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